El hombre sobrepasó el grado permitido de desajuste y de interferencia en las leyes planetarias. Llevado por la ambición, por el orgullo y por la necesidad de satisfacción de sus más vulgares apetitos, tuvo una actuación nefasta en la Naturaleza.
Ahora en los días que quedan de este ciclo, antes que un holocausto ocurra, liberando al planeta para una etapa más luminosa y sutil, la purificación y la transmutación, en todos los Reinos de la Naturaleza, serán los procesos que se tendrán que asumir tanto en la consciencia como en la práctica de la vida.
Mientras tanto, el despertar de la Tierra, no depende de una decisión humana. Sea cual sea el camino asumido por la parte perdida de esta humanidad, la liberación y la luz se implantarán en este planeta.
Eso está decidido por el Universo y por esa razón los hermanos del Cosmos están presentes. Al hombre le corresponde entregarse a la Ley Suprema y dejarse ir.