En los antiguos monasterios tibetanos existía un trabajo consciente de comunicación con el cosmos, que involucraba planos extraplanetarios sutiles y utilizaba como receptores, transformadores y transmisores, energías, entidades y seres de diferentes planos de vida, desde el físico hasta el inmaterial. Varios pueblos antiguos también desarrollaron importantes coligaciones extraterrestres y colaboraron en la estructuración de contactos extrasistémicos. Las Américas esperaron, preservadas, la llegada de su madurez energética, para que en el momento cíclico correcto su tarea pudiera emerger en forma pura, lo que está empezando a suceder ahora. En el pasado, este trabajo era hermético para la humanidad en general, pero en la Tierra futura habrá una mayor participación de los individuos de la superficie del planeta.
Hoy en día los mayores Centros Espejo planetarios son intraterrenos, y a ellos les corresponde el entrenamiento silencioso, interno y casi imperceptible de los nuevos y
actuales candidatos para estos trabajos. Este libro pionero aborda el tema a través de la experiencia directa de un grupo, y ofrece importantes claves para quienes
tienen afinidad con la sublime red de comunicaciones: los Espejos del Cosmos.