El actual grado de contaminación del planeta por radioactividad repercute en las esferas sutiles, desintegrando el hilo de vida que une la consciencia a los cuerpos. Los átomos materiales poseen una contraparte sutil a la cual están ligados por una red de éteres. Cuando el hombre, movido por fuerzas oscuras, engendra para obtener energía del núcleo de esos átomos, él actúa directamente sobre aquello que sirve de de base físico-concreta para el anclaje del poder divino en la existencia manifestada.
Dichos procesos constituyen una violación de leyes que deberían ser comprendidas, controladas, y entonces utilizadas de manera altruista y en beneficio del Todo. Las consecuencias kármicas negativas, generadas por esa violación, son grandes, y ya se hacen notar.
Solamente la intervención de un poder superior es capaz de poner fin a tamaño desequilibrio. Por eso, el trabajo de transmutación y de preservación de la vida que realizan los centros planetarios y los grupos de servicio es inconmensurable y constante. Si no fuese por ellos la Tierra ya no existiría como planeta material.
Este libro trata de la existencia de esos centros y de esos grupos.