“Sean simples y alegres en todo. Sean conscientes en este mundo, que está ciego. Irradien luz a los ojos de los hombres con sus ejemplos. Y, en vez de seguir las corrientes de ilusión del planeta, sean como una barca que va contra esa corriente, llevando a las almas hacia lo nuevo, hacia la redención, atrayendo, con sus redes en el mar, a los seres que quieren salir de la vida retrógrada”.
San José, 7 de noviembre de 2015
Sí, los valores espirituales son eternos, pero la forma de abordarlos puede variar según el momento planetario. El mundo vive hoy tiempos de batallas y de tempestades, de desmoronamientos e indiferencias, habitado por un orgullo y un individualismo que hicieron que la humanidad creyese que las ilusiones materiales son la gloria, y las dádivas celestiales inalcanzables.
Por eso, San José viene a hablar en Sus mensajes a la Hermana Lucía de Jesús, transmitidos diariamente durante un año, de gratitud, simplicidad, mansedumbre, servicio, transformación, mostrando los caminos de esperanza, paz, alegría y oración, que pueden llevar a los seres, individual o colectivamente, a una vida nueva y a un nuevo ciclo.
Pide la creación de una Red Misionera Planetaria (el 16 de febrero de 2016) para llevarnos a redimensionar nuestros dolores e insatisfacciones, para abrir y unir los corazones. Hace revelaciones sobre la relación con Dios, con la Virgen María, el misterio del mundo interior, sobre los tiempos del Armagedón.
Separar la paja del trigo también es penetrar en sí mismo y distinguir lo eterno de lo transitorio, lo real de lo ilusorio, lo divino del lodo. Y San José en este libro da las llaves para eso.